CAPÍTULO 6
Todos los miembros del circo “Des
monstres de papiers” esperaban con ilusión el cumpleaños de los
mellizos. No todos los días se cumplían dieciocho años.
Es cierto, que para muchos de los
componentes del circo, sólo se celebraba el cumpleaños de Jerry.
Era muy difícil pensar que esa niña tan callada, solitaria y
perfecta pudiese ser hermana de un chico tan especial como él. Por
eso, más de uno se sorprendía cuando éste, año tras año,
obligaba a su hermana a soplar las velas con él.
Jerry
era el alma de la función. Su aspecto y su personalidad lo habían
convertido en la estrella del circo. Su fama y su espectáculo habían
traspasado fronteras y eran muchos los espectadores que viajaban
durante horas para, sorprendidos, divertidos y horrorizados, ser
testigos de lo que Jerry denominaba:
“La folie de Jerry”.
Un espectáculo lleno de magia, de humor absurdo y de sangre donde
Jerry era capaz de escuchar los pensamientos y los secretos de un
voluntario colocando su tercera oreja sobre el pecho de éste y
arrancar después su corazón en un truco no exento de riesgos, que
provocaba vómitos y desmayos. Algunas familias devotas solían
concentrarse en la puerta de la carpa para rezar a gritos durante la
función, intentando alejar al diablo de su pueblo. Sin embargo, nada
conseguía impedir que los espectadores se acercasen al circo movidos
por el asco y la curiosidad y dispuestos a pagar lo que fuese
necesario para entrar a la función.
Cuando la fiesta de cumpleaños
terminó y todos los invitados se habían marchado a sus caravanas.
Jerry y Rose Mary decidieron dar un paseo por los alrededores del
circo. Otro año más, Martha, había desaparecido desde por la
mañana temprano y no volverían a verla en varios días. Siempre se
marchaba cuando llegaba el cumpleaños de sus hijos. En dieciocho
años no había sido capaz de soportar la idea de que Rose Mary fuese
su hija y, poco a poco, también se fue alejando de Jerry que no
estaba dispuesto a separarse de su hermana. Desde su nacimiento,
Aleksei había sido el único dispuesto a hacerse cargo de los dos
hermanos que siempre lo habían visto como un padre.
Jerry hablaba sin parar de sus
planes de futuro. Quería revolucionar el circo de los monstruos.
Estaba cansado de la opinión que tenía el mundo de ellos. No sólo
eran monstruos, también eran artistas. Creadores de momentos mágicos
e irrepetibles. Cuando lo consiguiese, Rose Mary y él, serían las
estrellas del espectáculo.
Rose Mary no escuchaba las
palabras de su hermano. Sentía nauseas, mareos y dolor. Hacía tres
días que se sentía agotada y angustiada. Además, le resultaba
imposible comer. Todo le daba asco. Un trozo de tarta, que su hermano
le había dado en un plato y que había insistido en que se comiese,
era lo único que había entrado en su estómago en los últimos
días. Pensó que la mayoría de edad le había sentado mal o, en un
caso hipotético, era posible que alguien la hubiese envenenado. El
dolor comenzó a ser insoportable y cayó al suelo. Jerry se abalanzó
sobre su hermana.
- ¿Qué te pasa Rose Mary? -le pregunto Jerry preocupado.
Pero ella no dijo nada. Tan sólo
se retorcía de dolor en el suelo. Su hermano gritó con todas sus
fuerzas pidiendo auxilio. Pronto, se dio la voz de alarma y todo el
circo corrió al lugar donde estaban los mellizos.
Cuando Aleksei llegó, se
arrodilló junto a Rose Mary.
- ¿Qué le sucede? -preguntó Aleksey.
- No lo sé. Ha caído al suelo de repente y no consigo que me diga nada -respondió Jerry-. ¿Dónde está mi madre?
- No lo sé. Como siempre, un coche negro vino por ella -contestó Aleksei.
La conversación terminó ahí.
Nadie en todo el circo sabía dónde y con quién estaba Martha. Pero
era el mismo coche que venía a recogerla todos los cumpleaños de
los mellizos.
El dolor de Rose Mary crecía y
crecía y la expectación era cada vez mayor. Alguien había llamado
al médico, pero éste tardaría en llegar. De pronto, Rose Mary, dio
un grito de dolor que atravesó a todos los presentes, recorrió la
ciudad, rasgó el cielo se perdió por la oscura carretera.
Inexplicablemente, comenzó a llover con fuerza y se hizo el
silencio. Algunos, pensaron que la joven había muerto. Aleksei
apretó la mano de ella y Jerry, desesperado e impotente, la abrazó
con todas sus fuerzas.
Rose Mary tosió débilmente.
Poco a poco estaba recobrando las fuerzas. El dolor había
desaparecido y, ahora, necesitaba respirar. Apartó a su hermano y se
incorporó buscando que la lluvia cayese sobre su rostro. Sentía que
algo dentro de ella había cambiado. Podía ver el mundo con ojos
diferentes. El dolor se había llevado consigo su juventud y las
pocas esperanzas de ser feliz. Sentía desazón, rabia, odio y furia.
Abrió los ojos y miró a su alrededor. Se sorprendió al ver la cara
de los allí presentes.
Nadie podía creer lo que estaban
viendo. Bajo la lluvia, habían sido testigos de un hecho asombroso.
Aleksei se tapó el rostro con las manos y comenzó a llorar. Jerry
miraba a su hermana horrorizado.
Una negra, densa y larga barba
poblaba el rostro de Rose Mary.