jueves, 4 de diciembre de 2014

La otra historia de Tom y Jerry

CAPÍTULO 7

La función estaba a punto de terminar cuando Tom llegó al circo “Des monstres de papiers”. Intentó entrar, pero el Hombre Elefante le impidió el paso.
    • No se puede pasar con la función empezada. Son normas del circo.
    • ¿Quién es el encargado? -preguntó Tom.
    • El señor Ribery es el dueño. Antes lo fue su padre y antes que él su abuelo. ¿Qué quieres? ¿Por qué lo buscas?
    • Quiero trabajar en el circo -respondió Tom con determinación.
El Hombre Elefante lo miró de arriba a abajo. Aquel chico que tenía frente a él parecía normal. Era absurdo que quisiese trabajar en un lugar como ése. Sintió curiosidad y preguntó.
    • ¿Por qué quieres trabajar aquí? No pareces un monstruo a simple vista.
    • Desde pequeño he sentido que mi lugar estaba en un circo de monstruos. Cuando cumplí dieciocho años, cogí la maleta y comencé mi viaje buscando un lugar donde trabajar. Hace un mes, alguien dejó bajo mi puerta una fotografía en la que aparecemos mi madre y yo junto a un hombre al que no puedo ver el rostro porque la imagen está cortada. La foto se hizo justo aquí, en la entrada del circo “Des monstres de papiers”.
    • ¿Puedo ver la fotografía? -preguntó inquieto el Hombre Elefante.
Tom sacó la imagen de la mochila y se la enseñó. El Hombre Elefante la miró con detenimiento durante largo rato. Él sabía perfectamente quien era el hombre cortado. De pronto, el interior del circo rompió en una gran ovación y el público comenzó a salir. Tom guardó la foto, mientras el Hombre Elefante se perdía entre la gente hacia el interior de la carpa.
Minutos después el señor Ribery, acompañado de Jerry, salió para hablar con Tom.
    • El señor Médez me ha dicho que quieres trabajar aquí -dijo.
    • Sí.
    • ¿Sabes que aquí sólo trabajan los monstruos? -preguntó el señor Ribery.
    • ¿Entonces por qué quieres trabajar aquí? -insistió Jerry-. No parece que seas un monstruo.
    • Algo en mi interior -respondió Tom-, me dice que soy un monstruo como cualquiera de vosotros. Estoy cansado de vivir una vida que no me corresponde. Mi aspecto no representa lo que soy y yo no tengo la culpa de haber nacido normal. Sé que puedo trabajar aquí y puedo ser tan monstruoso como cualquiera de vosotros. Además, una fotografía me ha traído hasta aquí.
Tom les mostró la imagen en blanco y negro.
    • Una foto tomada en la entrada de nuestro circo no significa nada -dijo el señor Ribery-. Hay mucha gente que se fotografía en este mismo lugar. No voy a contratarte. Lo siento. Hay que ser alguien especial para trabajar aquí y tú no lo eres.
El señor Ribery se dio la vuelta y se marchó sin decir nada más. Tom estaba abatido. Creía que en aquel lugar, por alguna extraña razón que no llegaba a comprender, encontraría su hogar. Sin embargo, no había sido así. Al igual que en los otros circos, también había sido rechazado.
Jerry lo miraba perplejo. No podía entender como un chico normal deseaba formar parte de un lugar como ése. Aunque nadie hablase de ello, él sabía que todos deseaban huir del allí. Los miembros del circo “Des monstres de papiers” soñaban en secreto con ser normales y tener una vida como la de cualquier espectador.
    • ¿Saben quién es el hombre de esta fotografía? -preguntó Tom.
    • No -contestó rotundo el señor Ribery.
    • Estoy convencido de que el hombre que aparece en esta fotografía trabajó o trabaja en este circo -dijo Tom intentando descubrir algo en sus miradas que pudiese ayudarle en su búsqueda.
    • No creo que trabaje aquí -dijo el señor Ribery mientras le entregaba la foto a Tom y comenzaba girarse para regresar al interior del circo.
    • No pienso marcharme -dijo Tom enrabietado-. Estoy convencido de que éste es mi lugar y os lo demostraré. Además, estoy seguro de que el hombre de la foto es mi padre.
Jerry sabía que el hombre de la fotografía trabajaba allí. Apenas hacía unos minutos que acababa de estar con él. Sin embargo, dentro del circo las reglas eran muy estrictas y nadie hablaba de nadie fuera del circo y, menos, con alguien normal. Aquella foto en blanco y negro no significaba nada. Ni siquiera Tom podía asegurar que él fuese el niño que aparecía en ella.
Rose Mary llegó buscando a su hermano. La cena estaba lista y todos lo estaban esperando. Miró a Tom detenidamente, pero no dijo nada. Jerry se despidió de Tom y se marchó con ella hacia el interior del circo.
Tom se sentó bajo un árbol junto a las caravanas de los artistas. Se sentía cansado de ir de un lugar a otro. Ahora estaba seguro de que por fin había encontrado lo que estaba buscando. Aún no sabía cómo, pero conseguiría trabajar en el circo “Des monstres de papiers” y descubrir quién era su padre.
A medianoche, una mano tocó el hombro de Tom y éste despertó sobresaltado. Su mirada se clavó en el rostro de Rose Mary. Ella lo cogió de la mano y, sin decir nada, lo llevó hasta su caravana. Aquella noche, la mujer barbuda y el chico normal, apenas durmieron.

1 comentario: