jueves, 27 de noviembre de 2014

La otra historia de Tom y Jerry

CAPÍTULO 6


Todos los miembros del circo “Des monstres de papiers” esperaban con ilusión el cumpleaños de los mellizos. No todos los días se cumplían dieciocho años.
Es cierto, que para muchos de los componentes del circo, sólo se celebraba el cumpleaños de Jerry. Era muy difícil pensar que esa niña tan callada, solitaria y perfecta pudiese ser hermana de un chico tan especial como él. Por eso, más de uno se sorprendía cuando éste, año tras año, obligaba a su hermana a soplar las velas con él.
Jerry era el alma de la función. Su aspecto y su personalidad lo habían convertido en la estrella del circo. Su fama y su espectáculo habían traspasado fronteras y eran muchos los espectadores que viajaban durante horas para, sorprendidos, divertidos y horrorizados, ser testigos de lo que Jerry denominaba: “La folie de Jerry”. Un espectáculo lleno de magia, de humor absurdo y de sangre donde Jerry era capaz de escuchar los pensamientos y los secretos de un voluntario colocando su tercera oreja sobre el pecho de éste y arrancar después su corazón en un truco no exento de riesgos, que provocaba vómitos y desmayos. Algunas familias devotas solían concentrarse en la puerta de la carpa para rezar a gritos durante la función, intentando alejar al diablo de su pueblo. Sin embargo, nada conseguía impedir que los espectadores se acercasen al circo movidos por el asco y la curiosidad y dispuestos a pagar lo que fuese necesario para entrar a la función.
Cuando la fiesta de cumpleaños terminó y todos los invitados se habían marchado a sus caravanas. Jerry y Rose Mary decidieron dar un paseo por los alrededores del circo. Otro año más, Martha, había desaparecido desde por la mañana temprano y no volverían a verla en varios días. Siempre se marchaba cuando llegaba el cumpleaños de sus hijos. En dieciocho años no había sido capaz de soportar la idea de que Rose Mary fuese su hija y, poco a poco, también se fue alejando de Jerry que no estaba dispuesto a separarse de su hermana. Desde su nacimiento, Aleksei había sido el único dispuesto a hacerse cargo de los dos hermanos que siempre lo habían visto como un padre.
Jerry hablaba sin parar de sus planes de futuro. Quería revolucionar el circo de los monstruos. Estaba cansado de la opinión que tenía el mundo de ellos. No sólo eran monstruos, también eran artistas. Creadores de momentos mágicos e irrepetibles. Cuando lo consiguiese, Rose Mary y él, serían las estrellas del espectáculo.
Rose Mary no escuchaba las palabras de su hermano. Sentía nauseas, mareos y dolor. Hacía tres días que se sentía agotada y angustiada. Además, le resultaba imposible comer. Todo le daba asco. Un trozo de tarta, que su hermano le había dado en un plato y que había insistido en que se comiese, era lo único que había entrado en su estómago en los últimos días. Pensó que la mayoría de edad le había sentado mal o, en un caso hipotético, era posible que alguien la hubiese envenenado. El dolor comenzó a ser insoportable y cayó al suelo. Jerry se abalanzó sobre su hermana.
    • ¿Qué te pasa Rose Mary? -le pregunto Jerry preocupado.
Pero ella no dijo nada. Tan sólo se retorcía de dolor en el suelo. Su hermano gritó con todas sus fuerzas pidiendo auxilio. Pronto, se dio la voz de alarma y todo el circo corrió al lugar donde estaban los mellizos.
Cuando Aleksei llegó, se arrodilló junto a Rose Mary.
    • ¿Qué le sucede? -preguntó Aleksey.
    • No lo sé. Ha caído al suelo de repente y no consigo que me diga nada -respondió Jerry-. ¿Dónde está mi madre?
    • No lo sé. Como siempre, un coche negro vino por ella -contestó Aleksei.
La conversación terminó ahí. Nadie en todo el circo sabía dónde y con quién estaba Martha. Pero era el mismo coche que venía a recogerla todos los cumpleaños de los mellizos.
El dolor de Rose Mary crecía y crecía y la expectación era cada vez mayor. Alguien había llamado al médico, pero éste tardaría en llegar. De pronto, Rose Mary, dio un grito de dolor que atravesó a todos los presentes, recorrió la ciudad, rasgó el cielo se perdió por la oscura carretera. Inexplicablemente, comenzó a llover con fuerza y se hizo el silencio. Algunos, pensaron que la joven había muerto. Aleksei apretó la mano de ella y Jerry, desesperado e impotente, la abrazó con todas sus fuerzas.
Rose Mary tosió débilmente. Poco a poco estaba recobrando las fuerzas. El dolor había desaparecido y, ahora, necesitaba respirar. Apartó a su hermano y se incorporó buscando que la lluvia cayese sobre su rostro. Sentía que algo dentro de ella había cambiado. Podía ver el mundo con ojos diferentes. El dolor se había llevado consigo su juventud y las pocas esperanzas de ser feliz. Sentía desazón, rabia, odio y furia. Abrió los ojos y miró a su alrededor. Se sorprendió al ver la cara de los allí presentes.
Nadie podía creer lo que estaban viendo. Bajo la lluvia, habían sido testigos de un hecho asombroso. Aleksei se tapó el rostro con las manos y comenzó a llorar. Jerry miraba a su hermana horrorizado.
Una negra, densa y larga barba poblaba el rostro de Rose Mary.

2 comentarios:

  1. Menuda transformación. El ambiente de ese momento ha sido descomunal. Me alegra poder leer este tipo de pasajes de tu cuento. Gracias.

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  2. Me entusiasma el final. Esa tensión que has trabajado durante todo el texto cómo estalla con una sola frase. Genial.

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